La Maga, el personaje femenino más atacado de la literatura occidental

Es difícil hallar un personaje femenino que sea tan descalificado por el narrador como La Maga en _Rayuela_ de Cortázar: no piensa, dice burradas, sólo sirve para hacer café, es torpe, bobalina, caballo, objeto sexual y hasta fue violada por un negro en Uruguay. Es la barbarie. Es una metáfora del peronismo.

Horacio Raúl Campos

Lomas de Zamora, enero 12 (AUNO) – El personaje La Maga de la novela Rayuela de Julio Cortázar es uno de los más atacados de la literatura occidental, por el mismo narrador de la obra.

En ninguna carrera de letras, menos en las crónicas del periodismo, se destaca la violencia contra un sector social contenida en cuentos, novelas o ensayos.

En Rayuela, el desbarajuste cortazariano llega al extremo de configurar una civilización o barbarie entre los personajes Horacio Oliveira, un argentino “desterrado” en Francia, como el mismo escritor; y la contraparte femenina, La Maga, uno de los personajes más famosos y atacados de la literatura occidental del siglo XX. El personaje La Maga es también (o lo único) una metáfora del peronismo.

La violencia de género en la literatura se lee ya en épocas anteriores al siglo V a.C. Es decir, es una herencia de la literatura europea, y no una semilla nacida del “subdesarrollo latinoamericano”.

Proxeneta

Dice en torno a las discusiones de los personajes Oliveira y Etienne: “La moral de occidente se les aparecía a esa hora como una proxeneta (destacado nuestro), insinuándoles una a una todas las ilusiones de treinta siglos inevitablemente heredados, asimilados y masticados”. (568).

La moral de occidente está afeminada. No se trata de la obvia coordinación básica del castellano, sino que allí está la visión de mundo del escritor. Porque bien pudo escribir: “La moral de occidente se les aparecía como un proxeneta”. Es más común un proxeneta que una proxeneta.

A los personajes masculinos les está reservado pensar, la posesión y lectura de libros y reflexionar; y los femeninos hacen realidad el poema de Neruda‘Me gustas cuando callas’. Es decir, no participan de las discusiones intelectuales de sus pares masculinos.

A pesar de ello, no pocas mujeres que militan contra la violencia de género y que abogan por la igualdad y demás, celebran al escritor que pasó su infancia en Banfield.

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Torpe y distraída

Cortázar escribió Rayuela en 1963. El desprecio con que el narrador trata a sus personajes está ya en el cuento ‘Casa tomada’ (_Bestiario_, 1951), que es una metáfora del peronismo y del país estancia. En ese relato, el personaje Irene es una tonta que sólo limpia y teje, y vive (junto al personaje masculino) de una renta que le da un campo. Ambos son dos vagos parásitos.

Es en Rayuela, sin embargo, donde el personaje femenino tiene decenas de descalificaciones y, como si todo ello fuera poco, es también animalizada y usada como objeto sexual. Ello se puede leer desde las primeras páginas.

Uno cree que al final Cortázar terminará modificando su visión de mundo a medida que avanza la escritura y que habrá una reivindicación. No. Estamos en la página quinientos y La Maga sigue siendo un lampazo: “La Maga jamás ha sido capaz de entender las cuestiones morales”, escribe. (561).

En las primeras páginas leemos: “Al paraguas lo tiramos porque lo había encontrado en la Place de la Concorde, ya un poco roto, y lo usaste muchísimo, sobre todo para meterlo en las costillas de la gente en el metro y en los autobuses, siempre torpe y distraída y pensando en pájaros pintos (…)”, escribe en alusión a su compañera. (18).

Afirma después: “(…) Nunca te llevé (le dice a La Maga) a que madame Léonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones (…)”.(18).

En la página siguiente escribe: “(…) y sé, porque me lo dijiste, que a vos no te gustaba que yo te viese entrar en la pequeña librería de la rue de Verneuil. Ibas allí a jugar con un gato, y el viejo te dejaba entrar y no te hacía preguntas, contento de que a veces le alcanzaras algún libro de los estantes más altos. Y te calentabas en su estufa (…)”.“Entonces te seguía de mala gana, encontrándote petulante y malcriada (…)”. (20)

Como un caballo

Escribe luego que el narrador ingresa “en un mundo Maga que era la torpeza y la confusión, un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez (…) Y entonces en esos días íbamos a los cine-clubs a ver películas mudas, porque yo con mi cultura, no es cierto, y vos pobrecita no entendías absolutamente nada. (…) Me hartabas un poco con tu manía de perfección, con tus zapatos rotos, con tu negativa a aceptar lo aceptable (…)”.(20)

El ataque no cesa: “(…) Sentados en montón de basuras fumábamos un rato, y la Maga me acariciaba el pelo o canturreaba melodías ni siquiera inventadas, melopeas absurdas cortadas por suspiros o recuerdos”. (21)

Además, le atribuye mala suerte: “(…) De la misma manera a la Maga le encantaban los líos inverosímiles en que andaba metida siempre por causa del fracaso de las leyes en su vida. Era de las que rompen los puentes con sólo cruzarlos (…)”. (22)

“Me había llevado muy poco comprender que a la Maga no había que plantearle la realidad en términos metódicos, el elogio del desorden la hubiera escandalizado tanto como su denuncia. Para ella no había desorden”, ataca después. (26)

Sin metáforas, el personaje es otra vez descalificado: “La Maga sin saber que era mi espía y mi testigo, admirando enormemente mis conocimientos diversos y mi dominio de la literatura y hasta del jazz cool, misterios enormísimos para ella”. (27). Alude después a uno de los deportes preferidos por Cortázar:“Y por todas esas cosas yo me sentía antagónicamente cerca de la Maga, nos queríamos en una dialéctica de imán y limadura, de ataque y defensa, de pelota y pared”. (27).

La presencia del peronismo en la novela está en varias partes: “En esos días del cincuenta y tanto empecé a sentirme como acorralado entre la Maga y una noción diferente de lo que hubiera tenido que ocurrir. Era idiota sublevarse contra el mundo Maga”. (28) Está claro que “el mundo Maga” es el peronismo.

El siguiente diálogo está recargado de las taras que comentamos:

“Le habló de todo eso a la Maga, que se había despertado y se acurrucaba contra él maullando soñolienta. La Maga abrió los ojos, se quedó pensando. —Vos no podrías —dijo—. Vos pensás demasiado antes de hacer nada. —Parto del principio de que la reflexión debe preceder a la acción, bobalina. —Partís del principio —dijo la Maga—. Qué complicado. Vos sos como un testigo, sos el que va al museo y mira los cuadros. Quiero decir que los cuadros están ahí y vos en el museo, cerca y lejos al mismo tiempo. Yo soy un cuadro, Rocamadour es un cuadro. Etienne es un cuadro, esta pieza es un cuadro. Vos creés que estás en esta pieza pero no estás. Vos estás mirando la pieza, no estás en la pieza. —Esta chica lo dejaría verde a Santo Tomás —dijo Oliveira. —¿Por qué Santo Tomás? —dijo La Maga—. ¿Ese idiota que quería ver para creer?”(34)

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Violada

Puesta en el papel de tonta, escribe que “todo el mundo aceptaba en seguida a la Maga como una presencia inevitable y natural, aunque se irritaran por tener que explicarle casi todo lo que se estaba hablando, o porque ella hacía volar un cuarto kilo de papas fritas por el aire simplemente porque era incapaz de manejar decentemente un tenedor y las papas fritas acababan casi siempre en el pelo de los tipos de la otra mesa, y había que disculparse o decirle a la Maga que era una inconsciente”.(37).

La obviedad de la trama hace que los personajes estén tentados de golpearla, aunque más no sea con dulzura: “Hablando de los sentidos, el de ustedes parece un diálogo de sordos. La Maga se apretó todavía más contra él. ‘Ahora ésta va a decir alguna de sus burradas’, pensó Oliveira. ‘Necesita frotarse primero, decidirse epidérmicamente’. Sintió una especie de ternura rencorosa, algo tan contradictorio que debía ser la verdad misma. ‘Había que inventar la bofetada dulce, el puntapié de abejas’”.(51)

La disyuntiva civilización y barbarie, tan nociva como cercana para todos los usos y fines penumbrosos, funciona en Rayuela. El narrador hace además que La Maga cuente detalles de cuando fue violada a los trece años por un negro vecino del conventillo donde vivían. (cap. 15-16)

Las opiniones de los personajes masculinos sobre el relato de La Maga violada en Montevideo no tienen desperdicios porque son realmente cretinos. Horacio Oliveira y La Maga; El Club de la Serpiente y La Maga; y París y Buenos Aires, conforman las dicotomías básicas que estructuran la novela.

Así fue que La Maga es tonta y distraída; es como un caballo, dice burradas o los personajes masculinos presienten que va a decir burradas sobre tal o cual tema y no entiende filosofía ni de escritores. Es bobalina y torpe, pertenece a un mundo que “aplasta” al mundo masculino de la novela. Es un simple objeto sexual, no es amada, piensa que la quieren matar y ‘Horacio’ la quiere estrangular “en el amor”.

El“mundo Maga” que rueda es una metáfora del peronismo y hasta puede personificar a Evita, en el contexto de la literatura antiperonista sobre la esposa de Perón, e incluso en el corpus literario del autor de El examen.

Rayuela está colmada de referencias negativas al peronismo y en particular a Evita. El narrador toma partido por los milicos de la contrarevolución fusiladora que la ultrajan y roban su cadáver (230). ‘Talita’ y ‘Ennmanuele’, otros personajes femeninos de la novela, son atacados también.El escritor murió en París, el 12 de febrero de 1984.

Bibliografía

Julio Cortázar, Rayuela, Buenos Aires, Alfaguara, 2013.

Un análisis detallado del papel de la mujer lo hace la escritora Malva E. Filer, ‘Leer a Cortázar como mujer’, en Me gustas cuando callas… Los escritores del Boom y el género sexual (Ana Luisa Sierra ed.), San Juan, Puerto Rico, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2002. Disponible en internet en 2014.

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