“El paradigma de lo que era el adulto mayor cambió”

Así lo aseguró Jorge Tognolotti, director de la Universidad de la Tercera Edad (UniTE) de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), programa que cumplió 20 años en septiembre. Conversó con *AUNO* sobre el crecimiento de esta iniciativa, la oferta de estudio, y los desafíos para los próximos años.

Carlos Dileo

A 20 años de abrir las puertas del ámbito académico a los adultos mayores, la Universidad de la Tercera Edad (UniTE) reafirma su compromiso de continuar con la promoción de la enseñanza bajo la premisa de que “el conocimiento nunca tiene un techo”. El director del programa, Jorge Tognolotti, aseguró a AUNO que los docentes y alumnos se “adueñan” del proyecto que conlleva “pensar en alternativas y dispositivos nuevos, de forma permanente, para que cada año se encuentren con algo distinto”.

UniTE inició con 54 alumnos en cuatro materias, y hoy cuenta con una oferta de 29 cursos divididos en cuatro orientaciones (Comunicación, Informática, Arte y Literatura y Ciencias Sociales junto a Historia) para más de 1200 inscriptos. Está destinado a adultos mayores de 60 años, no se requieren estudios previos, y es totalmente gratuito.

El 14 de septiembre de 1998 surgió la idea por parte del titular de la materia Trabajo Social en Campo, David Zolotow. UniTE se puso en marcha en el segundo cuatrimestre de 1999 con los cursos de Calidad de Vida, Comunicación, Historia e Inglés, luego de que el proyecto fuera aceptado por el vicerrector Horacio Gegunde, y derivado a la Secretaría Académica de la UNLZ.

Jorge Tognolotti, director desde 2010, fue integrante del plantel docente desde los comienzos. “El alumno es protagonista porque tiene todo un recorrido y una trayectoria de vida donde puede volcar sus experiencias, el docente también se capacitó para ver ese alumno diferente, como un agente de interacción”, enfatizó el profesor de la materia Opinión Pública.

En diálogo con AUNO, reflexiona sobre los acontecimientos que han vivido durante estos años como parte de un proyecto gratuito donde los docentes y estudiantes tanto de las carreras de grado como del programa se interrelacionan y comparten los mismos espacios.

Una enseñanza sin límite de edad

¿Qué balance hacen de estos 20 años?

Es un balance netamente positivo. Porque si se piensa en las vicisitudes que pasaron a nivel país y economía, mantener un programa por fuera de la educación formal y que tenga una continuidad a lo largo del tiempo significa que hubo una lógica desde la Universidad y la Facultad de Ciencias Sociales de sostenerlo. Por eso, estamos más que satisfechos de haber pasado por todos los escollos durante estos años, y que, además, haya crecido de forma constante desde el inicio hasta hoy. Por otra parte, UniTE es un aprendizaje continuo. Todos se nutren de forma permanente, ya sea desde la gestión, desde el cuerpo docente o desde el alumno.
El programa tiene un plus: el alumno es protagonista porque tiene todo un recorrido y una trayectoria de vida donde puede volcar sus experiencias, el docente también se capacitó para ver a ese alumno diferente, como un agente de interacción. Después de una determinada cantidad de años dentro de los cursos, las personas pierden cierta inhibición que les permite estar más dispuestos a mostrar lo que piensan y sienten. Más allá de los talleres, lo más importante son las relaciones sociales que se tejen de forma paralela. Muchos de los alumnos después realizan encuentros en otros lugares: festejos de cumpleaños, reuniones en un restaurante o, hasta incluso, organizan viajes de vacaciones en conjunto. Todo esto es un elemento más que destacable: que una persona de 70 años encuentre, de repente, nuevas amistades.

¿Cómo fue la conformación y la dinámica de los cursos durante estos años?

Los cursos se formaron en la medida de las exigencias, la demanda de la gente y el panorama en otros programas que funcionan a nivel municipal y universitario. La institución tiene una identidad propia y nosotros también tratamos de apegarnos a esa identidad porque los recursos y los docentes del programa son de esta universidad. Sería muy difícil que brindemos un taller de química o física cuántica, dos ciencias que están alejadas de nuestra lógica. Los cursos dictados nos da el grado de anclaje y de pertenencia. Es un programa de la Facultad de Ciencias Sociales. Por otra parte, desde la gestión nos pusimos la meta de entregarles la posibilidad de participar en charlas o jornadas denominadas políticas de extensión. Se trata de charlas vinculadas a las problemáticas que ellos pueden tener como adultos mayores, y además hay una avidez de los alumnos por querer estar actualizados. A mitad de año, por ejemplo, se llevó a cabo una charla sobre televisión digital.

¿Cuál considera que es el motivo del crecimiento en la cantidad de inscriptos a lo largo de estos años?

Se debe a varias cosas. Primero, la exposición pública permitió la visibilidad del programa a medida que penetró en las zonas periféricas y el hecho de ser gratuito abrió el espacio a un determinado sector poblacional que muchas veces no tiene otro lugar de pertenencia lo convierte en algo importante. Segundo, porque hubo una política constante institucional para sostener y mantener el programa. La gratuidad del programa se dictaminó desde el inicio del programa y se mantiene después de 20 años. Tercero, hubo una predisposición a protegerlo. Desde el orden administrativo, siempre tuvimos el privilegio de utilizar las aulas de la planta baja por las dificultades que presentan algunos alumnos para subir por las escaleras. Esa premisa quedó como una lógica. Cada año al momento de distribuir las aulas, las autoridades ya saben que UniTE tiene ese sector de las aulas para sus cursos.
Por último, los sectores a los cuales vamos dirigidos también tienen una necesidad de aprender, de tener un mayor recorrido, el paradigma de lo que era el adulto mayor ha cambiado en estos últimos años. Ese adulto mayor se convirtió en una persona muy joven frente al imaginario de lo que era. UniTE derriba esos paradigmas y hace que la gente tenga un nivel de integración y de relación que hace 50 años atrás no hubiese tenido un gran éxito. Aún así, todavía hay personas que son reacias a venir a la facultad. A eso se le suma que tenemos hasta una diferencia de género. Son más reacios los hombres que las mujeres.

¿Qué cambios notan en las vidas de los alumnos?

Como docente estuve desde que se organizó el programa y noto un cambio generacional. Siempre utilizo la metáfora que se están yendo los del tango y están viniendo los del rock. Las diferencias se notan en la forma de vestirse, ciertas informalidades que antes ese adulto mayor no las tenía, ahora se las permite. También se ve en las formas de hablar, de relacionarse con la institución y entre ellos. Hay un cambio en el campo de las nuevas tecnologías, donde vienen con un conocimiento muy mínimo del manejo de la computadora y el celular, a veces un poco obligado para no quedar fuera del sistema, y después quieren saber, quieren tener su propia cuenta de Facebook y estar conectado en las redes sociales. O aquella persona que viene, de forma tímida, a saber algunas palabras en inglés y después quiere saber hablar el idioma.
De alguna manera, logramos que el alumno se catapulte y logre un impulso que quizás si no pasaba por acá, no lo hubiera tenido. Eso me parece que es el paso más importante, esa persona que se anima a un reconocimiento que quizás antes ni siquiera lo hubiera buscado y acá lo empujamos a que lo busque.

¿Se podría decir que UniTE les vuelve a despertar la curiosidad?

Esa es la palabra más indicada. Vuelven a tener la curiosidad por ese desconocimiento que tienen sobre ciertos temas. Acá vienen a tratar de encontrar todos esos espacios cerrados que tenían antes, porque ahora tienen la llave para buscarlo. Algunos lo encuentran más fácil, otros con más dificultades o nunca no los encuentran. De la misma manera que tenemos gente que se inscribe, también tenemos los que dejan. Por lo general, son muchos más los primeros que los segundos.

La integración como factor distintivo

Si bien existen otras instituciones con programas similares para adultos mayores, ¿qué marca una diferencia en UniTE?

Tenemos dos diferencias que son muy notorias. La primera es la gratuidad, ya que muchas universidades tratan de disponer de estos servicios para la tercera edad pero no tienen recursos, y le cobran una cuota al alumno para sostener el programa. La segunda cuestión es que los talleres funcionan en el mismo espacio donde la casa de estudios da sus cursos de grado. Esto me parece un elemento destacable porque hay otras instituciones que aíslan este tipo de cursos en otros espacios territoriales. Acá encontrás una comisión de Filosofía o Historia con 100 chicos y al lado un taller de UniTE. Esto permite la integración: un estudiante de grado interacciona con el adulto mayor en un pasillo, un baño o el buffet. Esto habla de la integralidad, de que distintos sectores etarios se encuentren en una misma institución y en un mismo momento compartiendo el espacio.

¿Qué significado tiene UniTE para ustedes?

Uno se adueña del programa porque no se trata de solo llegar a tu oficina, sentarse, cumplir una tarea administrativa y listo. El programa nos propone esta idea de pensar alternativas y dispositivos nuevos que te llevan a un remolino de ideas permanente. El programa termina por formar parte de uno. El nivel de protección que uno le da permitió que haya perdurado durante 20 años. Por eso, esperamos que perdure otras dos décadas más.

¿Y para los alumnos?

Hace dos años incorporamos la libreta universitaria, de modo tal que los alumnos puedan tener una libreta de UniTE. Que incluya la mención de la UNLZ y que venga con un escudo de la Universidad de la Tercera Edad les da a ellos un símbolo de representación desde el punto de vista institucional.
Los alumnos sienten un grado de acercamiento que, en algunos casos, por determinadas situaciones particulares de sus vidas habían visto muy lejana la idea de ingresar a una facultad. Para ellos, la idea de pisar una universidad era para recibir el título de un hijo o un nieto. Mientras que ahora, al estar ellos dentro del ámbito universitario, enrolados dentro de una facultad y ser protagonistas en un curso les significa un grado muy fuerte de pertenencia. Les permite estar en una relación directa con la institución y les hace sentir que todavía pueden incorporar conocimientos. Es esta idea de que el conocimiento nunca tiene un techo.

¿Qué proyectos tienen a futuro?

La próxima idea es empezar a dar cursos de capacitación docente, para que no sólo puedan brindar sus conocimientos a los alumnos sino para que se pueda integrar como una herramienta laboral en otros espacios. Después pensaremos en distintas alternativas, cursos nuevos para que cada año el alumno encuentre algo distinto, que tenga un polo de atracción, pero sin perder la identidad del programa. También tenemos pensado hacer una muestra itinerante y salir a recorrer otros espacios porque la idea es sacar UniTE afuera de la universidad.

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