El dolor transformado en acción

A dos años de la desaparición de Érica Soriano, su madre, Esther, sigue buscando la verdad y a través de su ONG “Prevení” decidió convertir su dolorido pasado en un esperanzador futuro para muchas mujeres.

Marina Pandolfi

Lomas de Zamora, agosto 23 (AUNO).- Esther Soriano todavía no sabe dónde está Érica. Al cumplirse dos años de la desaparición de su hija, que vivía en pareja con el principal acusado del hecho Daniel Lagostena, decidió que no podía quedarse de brazos cruzados: hace seis meses que dicta talleres en su casa de Villa Adelina para prevenir la violencia de género. “Mi idea es empezar a trabajar desde antes, concientizando sobre que nuestro cuerpo nos manda alertas cuando algo no está bien”.

Bautizada como “Prevení”, es una ONG que se dedica a la prevención de la violencia contra la mujer. Esther indica que lo primordial es hacer caso a lo que uno siente. “El filtro de la mente nos engaña. Las sensaciones del cuerpo son las que nos avisan lo que esta bien y lo que esta mal”, explicó.

Su hija Érica conoció a Lagostena de una forma casual. Hacía poco se había estrenado el programa “Hoy es tu día”, decidió llamar a la producción de Canal 13 para dejar sus datos y así poder asistir a la tribuna. Quien le devolvió el llamado y se contactó con ella fue Lagostena, que en ese momento trabajaba ahí haciendo “changas”. “Ella fue al programa y cuando llegó devuelta a casa, él empezó a llamarla, a mandarle mails, a decirle de salir hasta que un día ella aceptó”, recordó la madre.

Esther no sabe si fue obra del destino o no, pero sostiene que hubo algo que llevó a su hija a encontrarse con él por primera vez en la Capital: “Tuvo que haber sido algo, porque ella nunca salía sola. Todos la conocían en el barrio y sabían que siempre iba acompañada de alguien”.

“Cuando lo conocí a Daniel, inmediatamente mi sensación fue de rechazo, pero como nunca quise pasar por encima de mis hijos, decidí no meterme. Sin embargo, siempre hay que escuchar lo que uno siente ante determinada persona”, recordó.

Ahora siente que a su hija “no la pude ayudar”, es que “no sabía cómo”. Durante estos dos años, mientras se investigaba qué podía haber pasado, también ayudaba a otras mujeres. “Para mí, ver una mujer en una situación desfavorable es como ver a Érica. Quiero poner amor donde hay miedo”.

Finalmente, luego de seis meses, reconocieron a “Prevení” legalmente como una ONG. A lo largo del camino, la madre de Érica agradece a la gente que les brindó ayuda: “Desde la Municipalidad siempre nos apoyaron. Se prestaron para hacer los volantes, ayudarnos a repartirlos, junto con las remeras con la foto de Érica. Hay gente que me apoya, que colabora conmigo y eso, la verdad, es maravilloso”.

Antes de la desaparición de Érica, la historia de Esther está cargada de coraje. Hace cinco años debió internar a su hijo menor, cuando tenía 16, en un centro de rehabilitación del que, posteriormente, salió recuperado. En junio de 2010, falleció su marido y tres meses después, Érica desapareció. “Una vez, una mujer me preguntó cómo podía seguir adelante y yo le dije ‘otra que seguir no me queda’. Uno se va de este mundo cuando debe hacerlo, no cuando quiere. Más allá de mis hijos, yo encontré una razón de vivir”, dijo esperanzada.

Para ella, su vida de ahora consiste en “transformar el dolor en acción”. Claro, “te quedan dos caminos: llorar por los rincones victimizándote o hacer algo con ese dolor y transformarlo en algo productivo”.

Todavía no sabe a cuánta gente podrá llegar, pero sí que, aunque el camino sea largo, quiere seguir adelante cueste lo que le costase. “No puedo cambiar lo que paso con mi hija, pero sí puedo cambiar aunque sea un poco la calidad de vida de los demás, lo voy a hacer”.

MP-AFD
AUNO-23-08-12

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