Anahí es arte y el arte no muere

Miles de personas marcharon este sábado hacia el Congreso para pedir justicia por la adolescente que apareció asesinada en la reserva natural de Santa Catalina.

Martina Jaureguy

Lomas de Zamora, agosto 5 (AUNO).- Muchos abrazos. De esos abrazos que estrujan las costillas y el pecho y el corazón. Los carteles, los cantitos, las banderas, los gritos de mujer, la calle, el Congreso. Una escena que se repite con cada piba asesinada a manos de alguien que creyó que podía ser su dueño. Otra piba que desaparece y reaparece semienterrada y descartada.

Hoy, los carteles rezan “Anahí” y llevan impresos su sonrisa amplia, sus ojos tímidos y su pelo decorado de flores. Una imagen que desde hace casi una semana los vecinos de Lomas de Zamora ven en cada poste de luz, en todas las estaciones de tren, en la calles céntricas y las que rodean a la Escuela Normal “Antonio Mentruyt” (ENAM), en Banfield. El país entero compartió esa foto en redes sociales, los medios lo mismo. Pero hoy el “Buscamos a Anahí Benítez” se tacha y se convierte en el “Justicia por Anahí” que llevan en alto o colgado del cuello los chicos del ENAM, padres, madres, amigos y todos los que decidieron salir a la calle a acompañar y a luchar.

En la columna que marcha desde Avenida de Mayo y 9 de Julio hacia el Congreso parece haber dos mundos: en la parte de atrás caminan agrupaciones políticas y organizaciones sociales, algún que otro político que decide hacer de lado los compromisos por un rato (Vilma Ripoll, Myriam Bregman, Victoria Donda, Luis Zamora y algunos otros candidatos). Un poco más adelante una bandera gigante con los colores del colegio banfileño se agita al ritmo de “La justicia nos va a escuchar, por Anahí les venimos a marchar” y un par de docenas de manos que la despliegan sobre la avenida. Gritos, cantos, bombos, agite.

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Y más adelante el panorama cambia: un silencio lúgubre, que cada tanto se corta con un “Anahí presente, ahora y siempre” de voces desgarradas. Son los compañeros de Anahí, sus amigos, los más cercanos. Los acompañan las familias de Nadia Rojas y Luna Ortiz, una desaparecida (dos veces) a manos de lo que parece ser una red de trata, y la otra violada por varios hombres y asesinada en circunstancias dudosas que nadie se encarga de esclarecer.

Casi como que nadie se atreve a hacer mucho más que caminar, algunos sostienen las banderas que los identifica y los compañeros de curso forman una ronda que dirige la marcha. Tal vez no es que no se atreven, sino que no pueden: es demasiado pronto, es demasiado todo.

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La movilización se había planificado hace un par de días, pero con otra carátula: “Cuando convocamos esta marcha Anahí todavía no aparecía ni sabíamos nada de ella —explica Sofía, la presidenta del Centro de Estudiantes del ENAM— y fue muy difícil cambiar el carácter de esta marcha, tener que pedir justicia en vez de su aparición. *Si hubieran escuchado las denuncias de los compañeros, de la familia, de su novio, Anahí seguiría viva*”.

“Quiero remarcar acá enfrente de todos que cuando hallaron el cuerpo de Anahí empezaron a transmitir la noticia todos los canales a partir de las 12 del mediodía, cuando todavía no había llegado la Policía Científica. Dos veces tuvimos que decirle a la familia que la habían encontrado. ¿Y para qué, para que ustedes ganen plata? ¿Por qué no se van todos a cagar, la concha de su madre?”. El amigo de Anahí no está enojado, está furioso. Se lo dice de frente a todas las cámaras que captan la ronda desde adentro y que sirve como una especie de escenario improvisado para los que sacan la fuerza para decir algo, ahora ya frente al Congreso.

Georgina, la mejor amiga de Elías, el novio de Anahí, enfatiza lo mismo a AUNO: “Ayer nos enteramos por las noticias antes que por la Policía. Fue muy duro porque le tuvimos que decir dos veces a Elías que el cuerpo era de Anahí. Estuve toda la semana con él, no dormimos, buscamos por todos lados, salimos a Santa Catalina, fuimos a volantear. También soportamos un montón de mentiras, gente que decía que la había visto pero que no era así”.

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Por fuera de la ronda se amontonan los que vinieron a acompañar. Carmen mira al vacío desolada, con lágrimas asomándose a punto de caer. “Yo no la conocía a Anahí —es familiar de un amigo de Elías, y conoce al chico—, pero me hago eco de este dolor que es el mismo de siempre, porque es Anahí y es otra más y otra. Y no son ‘otras’, son ‘ellas’. Eso es lo terrible, que tienen nombre y apellido. No es solamente una más”, logra decir en medio del llanto.

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La ronda poco a poco se disuelve en abrazos. En el medio de lo que quedó de ella el vicepresidente del centro de estudiantes, Nacho, le muestra a las cámaras y a la gente unos carteles con una frase que pensaron sus compañeros: “Anahí, sos arte, y el arte no muere”. La intervención de una mujer deja a todos como paralizados, o tal vez con el corazón un poco más destrozado.

—¡¡La mataron, no murió, la mataron!! Digámoslo como es: no murió Anahí, la mataron. Cambiemos el discurso chicos. No decidió morir, no decidió. ¡La mataron solamente por salir a caminar!

Un cartel más que va a quedar pegado por toda una ciudad. Una cara más que recorrió todo el país. Otra marcha más para intentar canalizar un torbellino de emociones y un reclamo. Pero no alcanza. Otro nombre se suma la lista constantemente creciente de femicidios, un número más. Pero todas tienen una cara, una identidad: no son solamente una más. Hoy, por Anahí. Que mañana no nos encuentre marchando por ninguna más.

AUNO 05-08-17
MJ-MFV

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